La pasta es tan versátil y podemos hacer tantas recetas con ella que, probablemente, es uno de los ingredientes más recurrentes de cualquier cocina. Se prepara en un momento, admite todo tipo de salsas y preparaciones y, además, en verano, es la base perfecta para una ensalada.
Lo ideal es que la pasta esté recién hecha y calcular la cantidad aproximada que necesitamos por persona para no acabar con una olla llena de espaguetis hervidos. De hecho, cualquier cosa que signifique recalentar pasta será motivo de indignación -y con razón- en Italia.
Eso sí, por poco tiempo que tengamos, tampoco podemos hacer pasta para una semana, por seguridad alimenticia y porque, como todos los ingredientes, la pasta también va perdiendo propiedades que cambian su textura y sabor. Así que 3 días debería ser lo máximo para conservar la pasta en el frigorífico. Recordemos que la pasta se hierve en 10 minutos. ¿Seguro que no tienes tiempo?
Si aún así se nos ha ido la mano o vamos tan apurados de tiempo que decidimos hacer en cantidad para guardar, tenemos que hacerlo bien para que no se seque o quede tan pastosa que sea incomible.
En el tupper
La pasta que sobra tenemos que guardarla en un tupper hermético para evitar que entre aire y quede reseca. Tenemos que asegurarnos de que queda bien cerrado, y si es de cristal mucho mejor que de plástico para que no absorba olores que pueden haber quedado impregnados en el tupper.
Un chorrito de aceite
Si guardamos la pasta en el tupper sin aceite será inevitable que acabe convertida en un masa pegajosa. Un chorrito de aceite virgen extra y remover bien para que se empape toda la pasta es la solución para que se conserve en perfecto estado. Cada 12 horas podemos remover un poco el contenido para que no se vaya todo el aceite al fondo.
Siempre al dente
Tendría que ser la norma y los italianos deben de llevarse las manos a la cabeza por cómo cocinamos la pasta aquí. Es cierto que tenemos tendencia a cocerla más de la cuenta, pero realmente al dente es el punto perfecto para la pasta. La pasta cocinada de forma correcta es más saludable ya que se digiere más lentamente regulando los niveles de glucosa en la sangre poco a poco. Y si decidimos guardarla para otro día, va a aguantar muchísimo mejor el paso de las horas que una pasta cocida en exceso que, con el tiempo, se volverá aún más pastosa.
Nunca enfriar con agua
Sacrilegio sería lo mínimo que podríamos decir de esta técnica tan extendida. Nunca hay que enfriar la pasta con agua después de cocinarla, pierde su textura y la porosidad, quedando lisa y demasiado blanda. Si cocinamos la pasta como hemos dicho, al dente, sacamos del fuego y escurrimos, se acabara de hacer con el calor residual quedando en su punto justo. Después, simplemente hay que dejarla enfriar a temperatura ambiente con el chorrito de aceite para que no se pegue.
Frigorífico obligatorio
Todos recordamos los titulares del chico que murió horas después de comer pasta que había dejado a temperatura ambiente unos días. Efectivamente, siempre hay que refrigerar la pasta cocinada (y el arroz, carne, legumbres, verduras, pescado...) de lo contrario, con el paso de las horas, aparecen bacterias que pueden ser muy dañinas para nuestra salud por la ingesta de toxinas, incluso llegar a provocar una necrosis hepática y la muerte en casos graves. Así que no es cosa de broma y, ante la duda, si por un descuido hemos dejado la pasta fuera demasiado rato -sobre todo en verano- mejor deshacerse de ella.
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